Sunday, August 12, 2007

El general bajito


Todos tenemos un pasado.

Un momento del pasado que tratamos de olvidar.

El mío fue mi estadía de tres años y un día en la Ecuela Militar.

Tenía catorce años recién cumplidos y mi padre creyó que de esa manera tendría un carácter mas fuerte del que adivinaba. El había partido a la segunda guerra mundial como voluntario de los Franceses Libres con de Gaulle y su padre había peleado en la primera siendo oficial de reserva. Una larga tradición que yo no quería perpetuar pero en esos años uno hacía lo que el padre decía sin protestar.

El shock vino a los minutos de quedar yo y mis compañeros solos en el patio con los brigadieres (alumnos mas antiguos) una vez que nuestras familias se habían despedido y el gran portón se había cerrado. ¡¡¡Al suelo mierda !!! Esa fué la exclamación del brigadier bajito que minutos antes había sido como un hermano mayor. Desconcertados miramos nuestros flamantes trajes, el mío comprado la víspera en Falabella de la calle Ahumada con un crédito a no sé cuántos meses. ¡¡¡Al suelo pedazos de mierda!!! bramó nuevamente aquel brigadier.

El suelo del patio central lleno de barro, en el que sin razón comenzamos a arrastranos, fue la primera lección de la milicia. Nos querían decir que a partir de ese momento eramos nada, sin voluntad o iniciativa, sujetos al despotismo más absoluto y la dignidad perdida para siempre.

Esa era la llamada "disciplina" de un ejército decimonónico, solo carne de cañón, del que disfrutaba aquel brigadier bajito.

Algunos compañeros enloquecieron con la tensión diaria de ser culpables de algo que no sabíamos, pero cuyo castigo caería en algún momento inesperado.

Pasaron tres años y pude salirme pretextanto una enfermedad (pielitis en los riñones ????). Pasaron muchos años antes de curarme, aunque fuera parcialmente, del horror. Por eso cuando vino el golpe ya sabía lo que se aplicaría a nivel de país.

El brigadier bajito fue escalando, estudió en Panamá cómo eliminar a sus compatriotas, y olvidar que esas armas le habían sido dadas en un pacto con la sociedad civil, pero no para dirigirlas contra esa misma sociedad.

Siguió bajito el brigadier, pero cada vez más perro rabioso.

Fue parte de la Dina y hoy está condenado por una serie de asesinatos, de los que pretende defenderse diciendo que era un empleado público que siguió órdenes. La misma tentativa defensiva de los nazis. Olvidaba que en los reglamentos existe un término, una palabra ante una orden considerada injusta o arbitraria, especialmente para un oficial : representar la orden verbal y por escrito para dejar constancia de la disconformidad. ¿Acaso representó alguna vez una orden de matar, torturar o hacer desaparecer un ciudadano ?

Estudió para comando y fuerzas especiales, para poder esconderse en las faldas de una amiga en Vitacura, finalmente fue detenido sin que pudiera dar un mordizco.

Triste y trágico para el brigadier bajito llegar al final de la vida habiendo sido engañado por sus superiores y por las academias extranjeras donde estudió con ahinco la doctrina del enemigo interior, monstruosa deformación de la vida política de un país.

Y ahí está en la perrera, con otros animales peligrosos como él y para recordarnos que el perro que ladra a veces también muerde.
General bajito Iturriaga: ustedes no pertenecen a un orden especial, a algo diferente del resto de la sociedad, no son especiales, forman parte de un todo que se llama país, donde cada uno cumple una función en armonía con el todo. El amor al país y lo que llaman ostentosamente honor, está en todos, no es un priviliegio de los que visten con botones dorados. Equivocó su camino al convertir el ejército de todos en fuerza de ocupación de algunos.

Te recuerdo Víctor


Conocí a Víctor a mediados del año 1959, aunque más bien debería decir que conocí primero su trabajo: la dirección de la obra de teatro “Un parecido a la felicidad”, de su compañero de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, Alejandro Sieveking.
Los “Festivales de alumnos” nos permitían encarar todas las fases de una producción teatral sin ayuda de los profesores. Yo cursaba primer año y Víctor estaba en el tercero de actuación, estudio necesario para poder seguir los dos años de dirección.
El estreno fue una revelación para todos los que asistimos. La obra, escenografía, actuación y especialmente la sutileza y profundidad de la dirección revelaban una nueva etapa en el teatro chileno. Tanto así, que poco después ocuparon la cartelera oficial del Teatro Experimental, recinto de nuestros profesores; y salieron en gira oficial por toda sudamérica. Nunca antes o después un montaje de alumnos alcanzaría tal repercución en estudiantes y profesores, público y crítica.
Le pedí trabajar como su ayudante en los montajes que debería hacer para completar sus estudios, y lo acompañé también en su primer trabajo profesional “Animas de día claro” del mismo Sieveking. En los ensayos se fue forjando una amistad curiosa, mitad confidencias y mitad silencios pudorosos de su parte. Al terminar la jornada, tarde en la noche, caminábamos por la Alameda veinte o más cuadras hasta donde yo vivía, discutiendo problemas del montaje y de nuestras vidas sentimentales. Escuchó con infinita paciencia mis torturados amores por una compañera y escuché de a poco, frase a frase cada día, su gran amor por nuestra profesora de expresión corporal, Joan Turner (antes que fuera Joan Jara).

En uno de esos ensayos una actriz debía cantar una tonada tradicional campesina y no daba con el tono ni la intención. Víctor tomó la guitarra y nos dejó boquiabiertos con su canto. Los comentarios de todo el equipo fueron unánimes: debería grabar un disco solo en lugar de formar parte de ese coro anónimo del conjunto “Cuncumén”. Modesto y pudoroso, no atinaba a creernos las alabanzas por su valor como solista. Creo que aquella tarde oí por primera vez “ Paloma quiero contarte” dedicada en silencio a Joan.
Solamente años más tarde supe que después de nuestras caminatas nocturnas, Victor volvía al teatro, donde el nochero lo dejaba dormir en alguna cama de escenografía. Tan pobre era y tanto su amor por la creación artística, que asumía sacrificios sin queja o comentario, simplemente no eran tema.
Luego, al preparar su primer disco, me pidió que hiciéramos las fotos de la portada. Yo recién iniciaba mi trabajo como fotógrafo y no sabía revelar ni ampliar, sólo contaba con una cámara de lente fijo. Salimos a caminar (otra vez) un domingo en la mañana por el barrio donde yo vivía entonces, bordeando el río Mapocho. Hoy miro con emoción esos negativos en que aparece Víctor visto por mis ojos y yo retratado por él en la misma tira de negativos.
Nuestros destinos fueron cruzándose y descruzándose hasta aquel septiembre de 1973. Salí de Chile un mes después del golpe, a casa de mi padre en París. A las pocas semanas la televisión francesa trasmitió un recital de Joan Baez y en el medio de tantas canciones que habían acompañado mi juventud, interpretó en castellano “Te recuerdo Amanda”. Surgió de mí, del fondo de no sé dónde, un sollozo y un rugido. Eran las lágrimas que había contenido por la muerte de tantos, por Víctor, Neruda, Allende, por la muerte de las esperanzas de una sociedad solidaria.
Crecimos con las palabras de la Constitución de 1925 “Nadie puede atribuirse poderes que no estén expresamente dados por esta constitución” Creímos en la independencia de la justicia y en Fuerzas Armadas que respetaban a sus compatriotas y que por ninguna razón dirigirían sus armas contra nosotros .
Todo quedó destruído y sepultado aquel 11 de septiembre de 1973. La cobardía de los jueces nos llevó a no confiar en los tribunales y llegar casi al límite de la barbarie, a un ojo por ojo para arreglar cada uno sus propios conflictos. Las fuerzas armadas seguirán siendo vistas con desconfianza por décadas, como si de fuerzas de ocupación se tratara, y la educación transformada en negocio próspero para vender títulos....El daño ha sido enorme y casi no reconozco el país donde crecí, el país que posibilitó el surgimiento de Neruda, Gabriela Mistral, Matta, Arrau, Violeta Parra y de Víctor.
Pasamos de una sociedad solidaria a una individualista y sin memoria . Hoy los responsables de tantos crímenes están en el parlamento, en las universidades y medios de comunicación. La impunidad ha sido casi completa y aún no se procesa y condena al asesino de Víctor, que hasta hace muy poco trabajaba en un organismo estatal.
¿Cambiará algo con la muerte del dictador? Esperemos que sí, que con él quedará enterrado también el matonaje de las armas frente a la sociedad civil.
La juventud intuye más que sabe que se le ha escamoteado la historia, que la Unidad Popular no es aquello que la derecha ha contado por años y que la izquierda ha callado. Por esto apelan de manera casi instintiva a las figuras de Víctor Jara y Neruda, a lo mejor de nosotros como pueblo.
Recuerdo la exposicíón fotográfica que presenté en 1997 en el Museo Nacional de Bellas Artes. Con el título de “Ropa Tendida” recorría imágenes de Chile desde mis inicios como fotógrafo en 1964. Las salas se llenaron frente a las más de trescientas cincuenta fotos que la juventud sentía el album de familia que se creía perdido, y que aparecía llevándoles la presencia de un país desconocido para ellos. La romería constante durante tres meses obligaba a veces a cerrar las salas por que no cabían más visitantes.
Los militares habían destruído todos los archivos gráficos, las películas, los libros y discos de esa época, creyendo así borrar nuestro pasado; pero así como los cádaveres de los detenidos desaparecidos aparecen cada cierto tiempo, así reaparecen también las imágenes y las canciones de Víctor Jara, ya no solamente nuestro patrimonio, sino aquel de todos quienes buscan la verdad de la poesía y el arte frente a la barbarie.
No puedo escribir objetivamente, la emoción me gana, pero quizá sea mejor y dejésmolo así.

Saturday, August 11, 2007

Una exposición de Jorge Prat

Fuimos con el taller a ver la exposición de Jorge Prat en el Instituto Cultural de Las Condes.
Magnífico trabajo, producto de cinco años de esfuerzos. Sí señoras y señores ¡ Cinco años ! y ni una sola palabra en la prensa. La habitual táctica nacional del ninguneo, de no hablar de algo que puede provocar inquietud en nuestras cómodas costumbres.
Me contaba Jorge que sus fotos fueron rechazadas en una galería de fotografía por la tontita de turno con la sentencia que ellos solamente mostraban "fotografía contemporánea".....sobran palabras.
Su trabajo también fue rechazado en el Fondart, pero el perseveró entregándonos la exposición mas interesante de este año.
Como ven aquí estoy de regreso con la ira de un adolescente a mis trabajados años.

La carta encontrada


Mis papeles viven en desorden permanente y de vez en cuando intento poner orden en ellos. La ventaja del caos es que luego aparecen pequeños milagros como el que me sucedío hace un par de días. Una olvidada carta que me escribió Sergio Larraín hace exactamente diez años.
Con cariño y una extraordinaria humildad me cuenta paso a paso su método de trabajo, ese andar "paviando con alegría" (en sus palabras) hasta que el presente entra en tí y puedes tomar la foto. Me habla de cómo hizo las fotos de Valparaiso, sus lecturas inspiradoras y su forma de seleccionar para un portfolio o un libro.
Hermosa carta, en la que revela los pequeños tesoros de nuestro oficio.
Se la leí a los alumnos del taller, pero no puedo reproducirla aquí por respeto a Sergio y la confianza que me entregó.
Sin embargo grande es la tentación de hacerla pública frente a las tonteras que leo cada semana escritas por cierto llamado "crítico de arte" en el periódico decano.
¡Que distancia! ¡Qué diferencia!
El mediocre del diario escribiendo desde la fortaleza de la ignorancia y Sergio que nos regala sabiduría desde el conocimiento de nuestro oficio.
Pero así estamos...

Efímera Vulgata


Recién muerto el dictador de España (nunca es bueno nombrarlos), reaparecieron costumbres que el había tratado de suprimir, había ahogado la libertad y fusilado hasta su último suspiro (recordemos la canción "Al Alba " de Luis Eduardo Aute, especialmente en su último recital en Santiago cantada a capella).
En Sitges, pequeño pueblo cerca de Barcelona, revivió el carnaval, fiesta pagana por excelencia, celebrada cuarenta días antes de semana santa. Una vez caída la noche y terminado el previsible paso de inofensivos disfraces familiares, comenzaban a revolotear en las sombras de la calle las figuras de travestis no profesionales o necesariamente homosexuales. Durante un año entero prepararon sus trajes y maquillajes para en sólo una noche de deslumbramiento vivir quizás qué escondido sueño.
Vagaban de bar en bar en la llamada "calle del pecado", dejando a su paso admiración o rechazo, nunca indiferencia.
Durante tres años volví a Sitges atraído por el estas mariposas de efímero vuelo nocturno.
Al poco tiempo pasó por mi casa en Barcelona Enrique Lihn, miró en silencio las fotos que ya habían sido rechazadas para su publicación en España y Francia ( la revista "Photo" dijo que eran insoportables a la vista) y no dijo nada. Un mes después recibí una carta suya desde Nueva York donde me decía que no había podido sacarse de la cabez las imágenes de Sitges y que había escrito el largo poema que me enviaba para ser publicado con las fotos en un posible libro.
Lo intentamos varias veces y solamente pudimos hacer un recital en Santiago, él leyendo su poema y yo proyectando las imágenes.
Desde entonces quedaron guardadas en una caja, sepultadas por el dolor del rechazo, hasta esta mañana en que Fernanda las desenterró con palabras de admiración.
Tengo esta deuda con Lihn , primer lector de estas fotos y trataré de publicar el libro "Efímera Vulgata" , mariposa nocturna de único vuelo nupcial, este año.
Aquí va una de muestra y por mientras pueden ver algunas más en mi sitio web.